Y el cupcake se hizo gorro

La afición al teje-teje y a la costura es muy relajante, o eso dicen. Aunque yo tengo comprobadísimo que en cuanto la gente se entera de dicha afición, no sabes muy bien como empiezan a lloverte encargos por todas partes. Es la versión novedosa del mítico "me salen amigos por todas partes" del donetes. No os penséis que me molesta. Nada, no me molesta lo más mínimo porque me encanta regalar y si pueden ser cosas hechas por uno mismo, con mucho cariño mejor que mejor. Pero entraña una pérdida de relajación, al menos para mí. Lo quiero hacer muy muy bien y me demoro mucho intentando que los encargos queden perfectos.

El invierno pasado, mi hermana me pidió que le hiciera un gorro en forma de cupcake (a los que es muy aficionada, en preparar -para alegría de todos- y en degustar). Y me lié a buscar patrones, ejemplos, sugerencias... No se acababa nunca, salían cupcakes lanosos por todas partes. De unos patrones me gustaba una cosa, de otros otra. Finalmente, me dije que no podía pasar de su cumpleaños y hace unas semanas le entregué su gorro cupcake.

Un ejemplar tejido en lana Katia merino, comprada en Ifil (gracias por su ayuda) en color beige para el elástico que hace las veces de madalena, en blanco para la nata, en rosa para el pompón de cereza y colores variados para los sprinkles.

Al final ha quedado resultón y todo, ¿no? :)