lunes, 24 de octubre de 2011

Un invierno tardío

La abuela tejía su bufanda junto a la chimenea. Noviembre llegaba a su fin, pero la chimenea no estaba encendida. Nadie se había molestado en hacerlo desde hacía más de veinte años. ¿Quién necesitaba combatir el frío si el calor se negaba a marcharse? El verano infinito había asaltado el calendario por sorpresa, pero había logrado camelarse a todos con sus días de playa perpetuos, sus lluvias refrescantes y sus brisas nocturnas. Su tenacidad había convencido incluso a los más nostálgicos, que un lunes de marzo dejaron de añorar el invierno. Pero la abuela no se dejaba vencer. Noviembre tras noviembre recuperaba su bufanda, tan infinita como el verano, y seguía tejiendo con la esperanza de estrenarla pronto.

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Cada lunes Chus Díaz comparte un microcuento escrito por ella en La palabra entre líneas.
El de hoy es lanoso... y eso de las bufandas infinitas me suena de algo. ¡Cinco meses he tardado en tejer la de punto de estrella! Ayer la terminé, así que pronto os enseño alguna foto :-)

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