Muchos médicos del siglo XIX estaban convencidos de que las máquinas de coser, especialmente las de doble pedal, eran artilugios diabólicos, que fomentaban la masturbación femenina. El pedal iba conectado a la base de la máquina de coser mediante un palo, que accionaba una rueda. Al movel el pedal arriba y abajo, el palo subía y bajaba y hacía girar la rueda; así, según la velocidad con que la mujer accionara el pedal, podía variar la velocidad a la que cosía. Y, evidentemente, también la velocidad del orgasmo.
***
Desde aquí, maldigo al inventor de las máquinas de coser eléctricas ¬¬
[Fragmento del libro de Francesca Serra Las buenas chicas no leen novelas.]
miércoles, 3 de diciembre de 2014
Suscribirse a:
Entradas (Atom)